viernes, 25 de enero de 2008

Extremadura: Fregenal de la Sierra, El Temple en Extremadura (2º)


Fregenal de la Sierra, es un nombre muy interesante para un pueblo que además tiene mucha personalidad. Está en los límites de Sierra Morena, al norte de la provincia de Huelva, rodeado de frondosas dehesas donde reina el cerdo ibérico principal fuente de riqueza de estas tierras.


Esta situación geográfica hizo que durante muchos siglos, del XIII al XIX perteneciera al reino de Sevilla hasta que, a partir de 1833, se convirtió en población extremeña.

Lo más aconsejable nada más llegar a Fregenal es subir, a 6 km. del pueblo, a la Ermita de la Virgen de los Remedios... patrona muy amada del pueblo


Donde se venera su imagen gótica en un rico camerino

El Santuario fue edificado en el XVI-XVII sobre los restos de una antigua ermita mudéjar


Pero hay otro hito muy importante en su historia y es que, en 1283 y hasta la extinción de la Orden, Fregenal estuvo bajo el poder del Temple que marcó fuertemente su recuerdo.

en los muros y torreones de la imponente fortaleza, rodeada de siete torres, entre las que destacan la del Homenaje y la del Polvorín


Algo totalmente inusual fue que, en el s. XVIII, dentro de la fortaleza y, en lo que fue enorme Patio de Armas, se instaló de forma permanente una Plaza de Toros formando un conjunto único

Remarcado por la cúpula de la iglesia de Santa María de la Plaza, la iglesia mas antigua y monumental del pueblo.




Pero Fregenal también tiene blancas calles, donde encuentras preciosos conventos, como el de La Paz de las Madres Agustinas (del año 1608)


Y rumorosas fuentes
Como la de La Fontanilla

rematada por el recuerdo a la virgen

Y por último, en Fregenal de la Sierra nació uno de los personajes más sabio y enigmático de nuestra historia, el gran Humanista del s. XVI, don Benito Arias Montano, tan apreciado y consultado por el rey Felipe II y que en la cercana Alájar, en plena sierra de Aracena, encontró paz y refugio para sus trabajos. En la Peña que lo acogió y que se conoce por su nombre, un blanco y solitario Arco de tres ojos, se abre silencioso a la soledad del horizonte...

¡¡Algún día tendremos que volver por aquí!!..







1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta tierra, extrema y dura, cada día nos enomora mucho más. Precioso reportaje, y felicidades por esos cielos que nos dan confianza para seguir viviendo. Enhorabuena.
Pedro Miguel Ortega Martínez.